A pesar del repunte anotado en diciembre, motivado por la energía -sobre todo la electricidad-, la inflación, que se mantuvo en terreno negativo gran parte de 2020, concluye el año en el -0,5%, el cierre de ejercicio más bajo desde 2014; además, la media anual se reduce un punto hasta el -0,3%. Todos los componentes contribuyen a esta caída del IPC, especialmente el energético, pese al encarecimiento de la factura eléctrica en el tramo final del año.
El comportamiento de la inflación a lo largo de 2020 estuvo muy condicionado por el impacto de la pandemia. En un contexto de fuerte parón de la actividad y la demanda, como consecuencia del deterioro de la confianza y las medidas restrictivas para contener la expansión del virus, los servicios (transporte, ocio, etc.), los más afectados por las restricciones, fueron perdiendo protagonismo en la cesta de la compra de las familias, frente a la alimentación; esto, junto con algunos problemas de suministro, explica el fuerte repunte de la inflación de los alimentos frescos en los primeros meses de la pandemia, cuando llegó a rozar el 7%.